Elaboración propia, 01.03.2022

Los establecimientos farmacéuticos se han convertido en el centro sanitario de referencia de los ciudadanos dada su cercanía y accesibilidad. Algo que ha quedado más que demostrado tras dos años de pandemia, en la que la farmacia comunitaria ha sido la gran aliada de la Atención Primaria (AP), ayudando a descongestionar estos centros en los momentos más duros de la crisis sanitaria.

En concreto, según el Comité de Negociación de Servicios Farmacéuticos (PSNC) de Reino Unido, las boticas podrían ahorrar 640 millones de libras al año al Servicio Nacional de Salud y aliviar la presión de los médicos de cabecera si los pacientes con afecciones menores recurrieran a ellas para recibir asesoramiento y tratamiento.

De este modo, los farmacéuticos podrían ofrecer consultas y suministrar tratamientos con receta para algunas afecciones sin tener que depender tanto de los médicos de cabecera.

En los últimos meses, los farmacéuticos comunitarios europeos han desempeñado un papel fundamental en la aceleración de la campaña de vacunación contra la Covid-19 y en el suministro de dosis de refuerzo. Una tarea que han llevado a cabo en Francia, Reino Unido, Finlandia y Suecia, entre otros.

En el caso de España, las boticas han colaborado también de manera muy activa permitiendo, por ejemplo, que cerca de 27 millones de personas en España de doce comunidades autónomas puedan notificar positivos de Covid-19 y realizarse test de antígenos en estos establecimientos.